Hola!
Este es un studio devocional de la aplicación Bíblia Online. Destaca la
historia de Jonás.
Quiero recordarte que muchas veces nosotros ponemos la culpa
de nuestros errores en otras cosas o personas sín darnos cuenta de que todo
empeza en nuestra mente o corazón, no hay que buscar otro responsable por tus
actitudes o lo que tu escoge. Y por final, Jonás asume su pecado como causa de la
tormenta sobre el nave en que estube y pide a los compañeros que lo echen para
el mar. Lo demás está descibido en su libro, Jonás.
Que Dios nos ayude a mirar en exacto para todo que hacemos de errores y
tengamos coragen para asumir, con arrepentimiento sincero de corazón.
Perdoname, Senor. Si hay para mí una segunda oportunidad, que yo no le perca
más una vez. Gracias doy.
“En la cárcel de corazón”
Si alguien podía sentirse maltratado por la vida y las circunstancias,
ese debió ser Jonás. Si alguen podía llorar el peso de los problemas era él. Si
alguen podía creerse lejos de
Dios, ese era Jonás. ¿Qué hubieras hecho en su
lugar? Muchos dejamos de asistir a la igreja, otros culpamos a Dios por las
extrañas cosas que nos han pasado. Argumentamos:
“¿Cómo puedo seguirte Señor
bajo circunstancias tan duras:”
A menudo los hijos de Dios encontramos encontramos em las circunstancias
la razón para no vivir una Amistad profunda con Él. “Mi trabajo es terrible”, “El
ambiente de mi barrio no me lo permite”, “Si usted viviera en mi casa sabría
por qué es tan difícil tener comunión con Dios”.
Estas y algunas otras son las excusas que ponemos para intentar evitar
el compromiso de amor hacia Dios. Tu jefe gruñón, tu esposo inconverso o tu
hijo rebelde no son el problema. Tampoco lo son la rutina esclavizante del
hogar y los niños. No es tu familia ni tu cultura. Tales cosas perecieran ser
cárceles, pero el muro que hay entre tu Padre celestial y tú no lo constituyen
los ladrillos del lugar, el tiempo y el espacio.
¿Te sientes acorralado por alguna situación? ¿Estás preguntándole al Señor
el porqué de las limitaciones? ¿Estás orando: “¡Señor, sácame de aquí!” ¿Dónde
estás? ¿Por qué no cambias las cosas?” Entonces te encuentras en la misma
situación que Jonás y yo debimos atravesar: el puente de la confrontación.
El ser humano necesita la confrontación
para descubrir lo que hay en su corazón. Una vez descubierto su secreto tiene
la opción de endurecerse o quebrarse, si escoge lo segundo encontrará la libertación
del alma.
El profeta se ofrece a Dios nuevamente y en su oración de consagración
afrma: “Pagaré lo que prometi”.
¿Qué promete un profeta? Promete decir lo que Dios le diga, hacer lo que
Él le indique e ir adónde quier que le envíen.
Es allí, en ese lugar de consagración, que el
hombre encuentra a Dios y halla su paz. Cuando el capítulo dos del libro de
Jonás comienza, la historia se repite como si el primer capítulo no hubiese
existitdo. Con la salvedad de que en esta ocasión Jonás corre en la dirección
correcta… sigue el dedo de Dios.
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